Conoce mi historia

De lector incansable a escritor apasionado

Mi trayectoria está marcada por la pasión por las letras y el compromiso con quienes buscan dar forma a sus ideas, perfeccionar sus textos o simplemente atreverse a escribir.

Nací en Viveiro, un bonito pueblo de la Mariña de Lugo, pero mi madre era maestra, así que mi familia iba de un lado a otro y mis primeros recuerdos son de las montañas agrestes de la comarca de Los Oscos, en la frontera entre Lugo y Asturias.

De ahí, a los cinco años, pasé a la provincia de Barcelona, al Penedès terroso y soleado de los años sesenta. Desde entonces vivo en Catalunya.

Mientras leía un libro tras otro —empecé a los once años—, estudié primero en la escuela y después en el instituto, y empecé la carrera de Filología, pero la dejé en el segundo curso.

Lo importante en mi vida era lo otro, las aficiones a las que me dedicaba en cuerpo y alma, y que me llevaron a ser primero corredor de maratones —cuando muy pocos lo hacían—, y después casteller, de los que construyen las torres humanas en Catalunya.

Entretanto, me ganaba la vida desempeñando los trabajos más diversos: monitor de educación física, soldador, montador de stands, operario en una fábrica… Pero seguía leyendo.

A los 40 años empecé a escribir. Me pasé siete años escribiendo un libro tras otro en mis horas libres, y recibiendo una negativa tras otra por parte de las editoriales. Pero no me rendí, y finalmente tuve mi recompensa.

En 2009 la prestigiosa editorial Acantilado se arriesgó a publicarme un primer libro que, paradójicamente, se titulaba Fin.

Fin fue un fenómeno editorial en toda España, un éxito de crítica y público que ganó diversos premios, llegó al número uno en las listas de los más vendidos, fue traducido al alemán, al italiano, al ruso, al neerlandés y al catalán, y dio lugar a una versión cinematográfica con el mismo título, protagonizada por Maribel Verdú y Clara Lago.

A raíz de este éxito, me convertí en escritor profesional, es decir, dejé el trabajo de maquinista en la fábrica en la que, según todos los indicios, estaba destinado a jubilarme y me dediqué a escribir a tiempo completo.

Desde entonces he publicado nueve libros más, entre los que cabría mencionar Brañaganda, Invasión u Hoy he dejado la fábrica, que me han convertido en un escritor de culto, valorado por la crítica y seguido de cerca por una comunidad de fieles lectores.

Aparte de la estricta creación literaria, imparto talleres de escritura creativa y, eventualmente, realizo labores de tutoría y orientación en proyectos literarios a nivel individual.

También hago correcciones de estilo para alguna editorial, así como traducciones del catalán al castellano.

Entrevista capotiana a David Monteagudo

En 1972, el escritor estadounidense Truman Capote (1924-1984) publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el autor de A sangre fría se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de David Monteagudo.

 

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?

Tendría que ser un pueblo no muy pequeño, con caminos por los alrededores, rodeado de campos y montañas, con el mar al fondo, con buenas bibliotecas, muchas salas de cine, algún teatro, ah, y sin fútbol ni lotería de navidad.

¿Prefiere los animales a la gente?

No. Soy humanista por definición. Ser fiel, entregado, incondicional, adorable, no tiene ningún mérito cuando no hablas, y además no puedes escoger comportarte de otra manera.

 

¿Es usted cruel?

Sí, muy cruel. Me obsesiono y reconcomo durante meses pensando en las terribles venganzas, en los castigos refinados que infringiré a quienes me han ofendido. Al final me llevo un buen sofocón, el malo en cuestión ni se entera, e incluso —a pesar de lo rencoroso que soy—, el cabreo se me acaba pasando al cabo de un tiempo.

 

¿Tiene muchos amigos?

Creo que es imposible tener muchos amigos —de los buenos, de los de verdad— al mismo tiempo. He tenido buenos amigos a lo largo de mi vida, y ahora mismo tengo dos o tres de una gran calidad humana. Pero no soy de los que conservan y cultivan las amistades durante toda la vida; cuando empiezo una nueva etapa vital me voy distanciando de las de la anterior, de una manera natural, gradual, sin traumas, y eso incluye los contactos con las amistades.

 

¿Qué cualidades busca en sus amigos?

Que sean inteligentes, que sean indulgentes, que tengan sentido del humor y que pueda aprender cosas de ellos.

 

¿Suelen decepcionarle sus amigos?

Un amigo de verdad no te decepciona, en todo caso puede hacer, en un determinado momento, cosas que le perjudiquen, o que tú no harías. Lo que pasa es que no es igual que tú, y ahí está la gracia.

 

¿Es usted una persona sincera?

Creo que sí, aunque siempre hay, y debe haber, algo que se quede “en casa”. Por otra parte, supongo que para ser completamente sincero, tendría que conocerse uno completamente a sí mismo. 

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?

Haciendo deporte, o leyendo un buen libro mientras me tomo una cañita en la terraza de un bar.

 

¿Qué le da más miedo?

En cada etapa vital se tienen miedos diferentes, y en cada momento histórico también. Ahora mismo tengo miedo a la guerra, al triunfo de las autocracias, al fin de las democracias liberales. En lo personal, como sesentón que soy, tengo miedo a la enfermedad, a la decadencia física o intelectual, a perder la autonomía. Y como padre de dos adolescentes —13 y 18 años—, ya no te digo. Por acabar con algo más original, confesaré un detalle curioso: yo sigo teniendo miedo, el miedo irracional, atávico, el de cuando eres niño. La cosa, evidentemente, se ha mitigado con los años, pero dormir solo en una casa grande sería para mí un problema. Tal vez por eso tengo una familia, con la que vivo en un piso muy pequeño.

 

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?

Haciendo deporte, o leyendo un buen libro mientras me tomo una cañita en la terraza de un bar.

 

¿Qué le da más miedo?

En cada etapa vital se tienen miedos diferentes, y en cada momento histórico también. Ahora mismo tengo miedo a la guerra, al triunfo de las autocracias, al fin de las democracias liberales. En lo personal, como sesentón que soy, tengo miedo a la enfermedad, a la decadencia física o intelectual, a perder la autonomía. Y como padre de dos adolescentes —13 y 18 años—, ya no te digo. Por acabar con algo más original, confesaré un detalle curioso: yo sigo teniendo miedo, el miedo irracional, atávico, el de cuando eres niño. La cosa, evidentemente, se ha mitigado con los años, pero dormir solo en una casa grande sería para mí un problema. Tal vez por eso tengo una familia, con la que vivo en un piso muy pequeño.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?

Escándalo es una palabra que no me va. Indignación ya me pega un poco más, pero soy muy comprensivo con las debilidades ajenas, muy relativista y, en fin, “el que esté libre de pecado”, aunque sea a pequeña escala, que tire la primera piedra.

 

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?

Algún trabajo artesanal, muy perfeccionista y bien valorado, como construir violines o restaurar motos antiguas. De hecho, durante unos años construí prototipos de muebles, o piezas únicas, para un conocido decorador de Barcelona. Llegué a ser un “artista”, sobre todo con el hierro y los metales.

 

¿Practica algún tipo de ejercicio físico?

Sí. Salgo cada día en bicicleta de carretera durante una hora, unos 25 kilómetros diarios, y algún domingo hago 80 o 100. Por supuesto, el único motor son mis piernas, empujadas por mi corazón y mis pulmones. 

 

¿Sabe cocinar?

En casa cocino siempre yo, y más desde que soy escritor y trabajo en casa. Pero además me gusta cocinar, me relaja, y mis guisos tienen buena fama entre mis allegados. Creo que hacer una buena comida tiene algo de obra de arte, y es un acto de amor hacia tu familia o tus invitados. De hecho he escrito un libro de cocina, Si quieres que te quieran, en el que explico todo eso.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?

Probablemente a Edgar Allan Poe. Fusilaría el prólogo de Cortázar a su excelente traducción de los cuentos completos de Poe al castellano. No creo que los del Reader’s Digest se dieran cuenta.

 

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?

Nacer

 

¿Y la más peligrosa?

Patria

 

¿Alguna vez ha querido matar a alguien?

Durante unos segundos, sí. Por eso nunca hay que llevar armas.

 

¿Cuáles son sus tendencias políticas?

De izquierdas, pero sin dogmatismos, y sin pretender salvar a la humanidad, sino ayudando y facilitando la vida a las personas reales de nuestro entorno, sean quien sean y vengan de donde vengan. Creo que hay personas de izquierdas en el PP, y de derechas en Podemos. Ser de izquierdas, en definitiva, es anteponer el bien de la sociedad, de la comunidad, a los propios intereses personales, de grupo, o de partido. Creo que no hay vuelta atrás, que no se puede volver a la utopía rural, y por lo tanto son necesarios los gestores de la cosa pública. 

 

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?

Yo mismo, pero mujer.

 

¿Cuáles son sus vicios principales?

La tendencia a responsabilizarme de todo (tiene un matiz muy negativo, de pensar que los demás son tontos o no lo saben hacer bien); la tendencia a ser “maruja”, a no poder estar ni un segundo sin hacer nada, por banal que sea; el estar pensando ahora en lo que voy a hacer después. Hasta aquí la herencia materna, ahora pasemos a la paterna: misantropía, tendencia a no comunicarse, onanismo.

 

¿Y sus virtudes?

Fidelidad, tenacidad, sentido del humor, imaginación.

 

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?

Un flotador, mis hijos, mi mujer…

¿Por qué trabajar conmigo?

Cercanía y empatía:

Entiendo tus necesidades y meadapto a tu visión.

Calidad y profesionalidad:

Cada texto, traducción o tutoríaestá cuidado al detalle.

Pasión por enseñar:

Disfruto ayudando a otros a crecer como escritores.
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